sábado, 15 de diciembre de 2007

El "Show Business" del Terrorismo


Por Héctor Héreter
San Juan (02/05/2004) “...es demasiado espectacular para que sea un atentado de la ETA”, le comenté en la mañana del 11 de marzo de 2004 a un colega periodista mientras veíamos las imágenes que retransmitía CNN desde Madrid sobre el atentado perpetrado en la estación de trenes de Atocha.

La fatídica fecha del 11 de septiembre de 2001 me había generado una obsesión: descifrar los métodos de difusión que utiliza la organización terrorista. Llegué a la conclusión de que todos sus actos se rigen por el elemento de la espectacularidad de sus atentados, algo que raya en los parámetros del “show business”.
En esta guerra del nuevo milenio vuelve a nuestra memoria las proféticas palabras del asesinado presidente John F. Kennedy: “las guerras del futuro no se pelearán en los campos de batalla, sino por el control de la mente de la gente”.
Y qué mejor manera que a través de los medios de comunicación que transmiten la información al instante. Dentro de estos parámetros, las Relaciones Públicas se han convertido en una poderosísima disciplina que enseña cómo descifrar el funcionamiento de los medios comunicación a fin de generar la aprobación del público hacia una organización o empresa. Al Qaeda, muy inteligentemente le ha dado la vuelta a la página y en vez de crear “goodwill”, genera ex profesamente el odio. A Osama no le interesa tener una buena imagen en el mundo occidental; su principal objetivo es agregar simpatizantes a su “guerra santa” entre los musulmanes indecisos.
Debemos tomar en consideración que Osama bin Laden, aparte de seguir un plan terrorista, es también un osado empresario. Su fortuna personal se estima en más de $300 millones de dólares y Al Qaeda representa el 75% de la “Nueva Economía del Terror” que genera $1.5 mil millones de dólares al año, es decir bastante más del 5% de la economía mundial. Por ello no debe sorprendernos que Al Qaeda apele a los métodos de divulgación que utilizan las Fortune 500 a fin de manipular los medios de comunicación de sus propios enemigos. Saben muy bien que las impactantes imágenes de sus actos en la televisión occidental empujarán a la teleaudiencia norteamericana a exigir una respuesta de la misma intensidad que acto perpetrado, a lo que a la vez genera odio y rechazo entre el musulmán promedio que termina por apoyar las acciones del Al Qaeda.
Vemos en plena acción una los elementos esenciales de la comunicación: la retroalimentación o “feedback”. Cuanto mayor volumen, mayor es la reverberancia; cuanto más belicista sea la respuesta occidental más árabes se unen a Al Qaeda. Entonces el juego es más simple y básico: nosotros vs. Ellos. Osama ha logrado descifrar cómo funcionan los medios de comunicación, principalmente la televisión, con su sed insaciable de noticias. Encima, aprovecha nuestro derecho sacrosanto a la libertad de expresión e información. No es sorprendente, pues, que mientras miles de millones de televidentes alrededor del mundo veían cómo Estados Unidos iniciaba los bombardeos sobre Afganistán el 7 de octubre de 2001, CNN retransmitía, a la misma vez, un video sin editar de Osama bin Laden llamando al “Jihad” contra los infieles de Occidente. Podemos deducir que los medios de comunicación occidentales se han convertido involuntariamente en la mano derecha de Al Qaeda y en otra arma a disposición de la “Guerra Santa Musulmana”.

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